viernes, 21 de noviembre de 2014

NUESTRA RECONCILIACIÓN CON DIOS - PENITENCIAL



A.  OBJETIVOS


-         Conocer muy bien los tres actos necesarios para hacer una buena confesión.
-         Aprender a confesarse bien.
-        Tener en cuenta el sacramento de la Penitencia y acudir a él con frecuencia.
-   Facilitarles el examen de conciencia, para que se preparen bien; se les puede ayudar en algunos mandamientos o temas de examen.
-          Hacer que valoren y entiendan los distintos momentos de la Confesión.

B.     DESARROLLO DEL TEMA


1. Introducción  [5-15 minutos]
      1.1. Puede ser conveniente que se empiece esta sesión interrogando sobre los temas anteriores. Algunas preguntas:
-          ¿Qué pasa cuando pecamos? Ofendemos a Dios y nos alejamos de El.
-          ¿Qué es confesarse?
o   Sólo el sacerdote -con potestad de orden y de jurisdicción- puede perdonar los pecados, pues Jesucristo dio ese poder sólo a ellos. No se obtiene el perdón, por tanto, diciendo los pecados a un amigo, o directamente a Dios. Además, en el momento de la absolución es Cristo mismo quien nos absuelve y perdona los pecados por medio del sacerdote, ya que el pecado es ofensa a Dios y sólo Dios puede perdonamos. El sacerdote debe guardar bajo obligación gravísima el sigilo sacramental.

-          ¿Tenemos obligación de confesamos? ¿Es conveniente confesarse a menudo?
o   Una cosa es la obligación y otra muy distinta lo que conviene hacer si se quiere que aumente nuestro amor a Dios. Tampoco hay obligación de besar a la madre, ni de saludar a los amigos, ni de comer todos los días..., pero cualquier persona normal lo hace. Si queremos progresar en el amor de Dios, debemos confesamos a menudo y confesamos bien.

      1.2. Comentar el pasaje de la pecadora arrepentida (Lc 7, 36-50), [15 minutos]

Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiera con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa. Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los secaba con sus cabellos; y besaba sus pies y los ungía con el perfume. Cuando vio esto el fariseo que lo había convidado, dijo para sí: "Si este fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que lo toca, porque es pecadora". Entonces, respondiendo Jesús, le dijo:
--Simón, una cosa tengo que decirte.
Y él le dijo: --Di, Maestro.
--Un hombre tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el otro, cincuenta. No teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos lo amará más?
Respondiendo Simón, dijo:
--Pienso que aquel a quien perdonó más.
Él le dijo:
 --Has juzgado bien, Simón.
Entonces, mirando a la mujer, dijo a Simón:
--¿Ves esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para mis pies; pero ella ha regado mis pies con lágrimas y los ha secado con sus cabellos. No me diste beso; pero ella, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con aceite; pero ella ha ungido con perfume mis pies. Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; pero aquel a quien se le perdona poco, poco ama.
Y a ella le dijo: --Tus pecados te son perdonados.
Los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a decir entre sí: --¿Quién es este, que también perdona pecados?
Pero él dijo a la mujer:
 --Tu fe te ha salvado; ve en paz.


Destacando:
-          Aquella mujer está arrepentida de sus pecados. Cree firmemente que Jesús es Dios y por eso se postra a sus pies para pedirle perdón, pues a El ha ofendido con sus pecados. .
-          Está profundamente arrepentida: llora, besa los pies de Jesús, le pedirá perdón...
-          Jesús no la rechaza. Al contrario, acepta gustoso las muestras de arrepentimiento de aquella mujer.
-          Al final le dice: «Vete en paz. Tus pecados te son perdonados. Tu fe te ha salvado».
-          Los fariseos, al oírle, empezaron a murmurar por lo bajo y se decían: ¿Quién es éste para perdonar los pecados? Sólo Dios                         puede perdonar los pecados.
    Se puede abrir un diálogo con los chicos con estas o parecidas preguntas:
-          ¿Por qué Jesucristo perdonó a esa mujer? Porque estaba arre­pentida.
-          ¿ Qué cosas tenemos que hacer nosotros para que también se nos perdonen los pecados? Ver si saben los 3 actos necesarios para        hacer una buena confesión.

Desarrollar las siguientes ideas [15 minutos máximo]

     2.1. Condiciones para una buena confesión
Para hacer una buena confesión son necesarias 3 cosas: examen de conciencia, decir los pecados al confesor y cumplir la penitencia. Hay que confesarse procurando vivir bien estas disposiciones, sin caer en la rutina, ya que cada confesión es un encuentro personal con Jesucristo.

2.2. Examen de conciencia (Preguntarles cómo lo hacen y ayudarles a        hacerla)

En este examen hay que conside­rar detenidamente los mandamientos de la Ley de Dios, los de la Iglesia y las obligaciones del propio estado personal.
Normalmente el examen debe ser breve, lo que no quiere decir «superfi­cial». Si se confiesa uno con frecuencia será más fácil hacerlo, como es más fácil confesarse bien cuando uno se examina habitualmente.

2.3 Cumplir la penitencia (Insistir en que cumplan en seguida la penitencia)

La penitencia impuesta por el confesor es para satisfacer la deuda debida a Dios por el pecado. Es muy bueno que, además de cumplida en seguida, el penitente procure libremente hacer por su cuenta otras obras que le ayuden a sentir y reparar el pecado. Si teniendo intención de cumplir la penitencia, luego no se cumple, la confesión es válida, aunque este incumplimiento puede ser grave o leve según los casos.

      2.4. Normas prácticas sobre el modo de confesarse (Ir preguntando cómo        las viven y corregir posibles errores u omisiones)

a) Antes de la confesión. Es bueno rezar alguna oración preparatoria, por ejemplo: «Ven, Espíritu Santo, ilumíname para que pueda conocer bien todos mis pecados. Ayúdame para que tenga verdadero dolor de mis pecados, los confiese con plena sinceridad y me enmiende seriamente. Amén».
Después hacemos el examen de conciencia, nos arrepentimos de todos y cada uno de nuestros pecados (dolor), y hacemos el firme propósito de esforzamos para no caer en esas faltas (propósito de enmienda). Mientras esperamos, procuramos estar recogidos interiormente hablando con el Señor o rezando algunas oraciones.

b) Durante la confesión. En el momento oportuno nos dirigimos al confesionario, nos arrodillamos, y saludamos al sacerdote con el saludo habitual: «Ave, María Purísima». El sacerdote nos acoge y nos invita a la confianza en Dios .diciéndonos, por ejemplo: «El Señor esté en tu corazón para que, arrepentido, confieses tus pecados». Luego escucha­mos con atención los consejos del sacerdote y la penitencia que nos impone. El sacerdote nos absuelve, escuchamos la fórmula de la absolución con el mayor recogimiento, y respondemos «Amén».

c) Después de la confesión. Puntualmente procuramos cumplir la peni­tencia que se nos ha indicado sin dejarla para más adelante. Al mismo tiempo damos gracias a Dios por su misericordia, renovamos nuestros propósitos de enmienda, y pedimos ayuda al Señor ya la Virgen para ponerlos en práctica.

3. Penitencial

Cuando terminemos de explicar todo esto, les ataremos las manos [¿?] o le cargaremos con algo de peso, tipo piedra o similar, como símbolo de que nuestros pecados nos atan y nos pesan.
Cuando termine la misa, pasaremos a la Iglesia, donde se hará la confesión.




 Fuente: www.mercaba.org 

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